Algas, pastos marinos, ciénagas y manglares: otra barrera contra el cambio climático en peligro

Los bosques de algas, los pastos marinos, las ciénagas y los manglares son uno de los mayores depósitos de carbono proveniente de la atmósfera y el océano y son vitales para ralentizar el calentamiento global, pero su degradación podría liberar miles de millones de toneladas de CO2 y otros de gases de efecto invernadero si no se invierte en su conservación, advierte un nuevo informe de la UNESCO

Durante las últimas décadas, los científicos han descubierto que estos ecosistemas, llamados “de carbono azul”, se encuentran entre los sumideros de carbono más intensivos de la biosfera.

“Los ecosistemas de carbono azul, que se encuentran en los márgenes de las costas del mundo, son viveros y hábitats de numerosas especies marinas y terrestres y desempeñan un importante papel ecológico en el ciclo de los nutrientes y el carbono, en la protección de las costas y en el mantenimiento de los medios de subsistencia y el bienestar de las comunidades locales”, declaró en un comunicado Ernesto Ottone, el subdirector general de Cultura de la Organización.

La Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO incluye las áreas marinas protegidas más emblemáticas del mundo, reconocidas por la comunidad internacional por su excepcional biodiversidad, belleza, geología y hábitats naturales. Estas abarcan una superficie de 207 millones de hectáreas, o el 10% de toda la superficie marina protegida.

A pesar de representar menos del 1% del área oceánica mundial, estos sitios y las áreas circundantes inmediatas para las que se dispone de datos comprenden al menos el 21% del área mundial de ecosistemas de carbono azul y el 15% de los activos mundiales.

Más específicamente, estas reservas de carbono equivalen a aproximadamente el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2018.

Entre ellas, se encuentran los manglares de Sundarbans de India y Bangladesh, que forman parte del mayor bosque de manglares del mundo; el Parque Nacional de los Everglades, en Estados Unidos, y la Bahía Shark, en Australia Occidental, que contienen las mayores praderas marinas documentadas del mundo; también en Australia, la Gran Barrera de Coral, con el mayor ecosistema de algas marinas del mundo; y el Mar de Wadden, que se extiende sobre las costas de Dinamarca, Alemania y los Países Bajos e incluye algunas de las zonas intermareales más bajas del mundo. Los sitios marinos del Patrimonio Mundial también albergan uno de los organismos vivos más antiguos y grandes del planeta, las praderas marinas de posidonia en la isla española de Ibiza.

En América Latina también se encuentran la ciénaga o marisma de Sian Ka’an, en México; los pastos marinos del Santuario de la Isla de Malpelo, en Colombia; y la ciénaga de la Península Valdéz, en Argentina.

La importancia de su protección
Los beneficios de conservación de los ecosistemas de carbono azul dentro de los sitios marinos del Patrimonio Mundial se extienden mucho más allá de sus reservas de carbono, asegura el informe.

Los ecosistemas de carbono azul, en particular los pastos marinos, ayudan a mejorar la calidad del agua atrapando sedimentos y absorbiendo y procesando nutrientes. También pueden mejorar las condiciones de los ecosistemas adyacentes, incluidos los arrecifes de coral.

Estos hábitats son esenciales para la biodiversidad marina y terrestre. Una amplia gama de especies terrestres, casi cinco veces más de lo que se pensaba originalmente, utilizan los manglares, incluido el tigre de Bengala real.

Además, todos estos ecosistemas sustentan la pesca como criaderos de peces y proveedores de alimentos, sustentando las redes tróficas costeras, incluidas las de los arrecifes de coral. También contribuyen significativamente a los medios de vida y las prácticas y valores culturales de las comunidades locales y tradicionales que viven dentro de los sitios marinos del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Según los expertos de la UNESCO, juegan además un papel global significativo en la protección de las costas y la adaptación al cambio climático, y ayudan a reducir la energía de las olas costeras, reduciendo los impactos de las tormentas y otros eventos extremos.

Asimismo, elevan el fondo marino atrapando sedimentos y otras partículas con sus extensos y productivos sistemas de raíces. La acumulación de sedimentos a lo largo del tiempo puede permitir que estos hábitats sigan el ritmo del aumento del nivel del mar mientras almacenan grandes cantidades de carbono.

Durante largos períodos, estas acumulaciones de sedimentos también han proporcionado registros de alta resolución de las condiciones ambientales pasadas. Los ecosistemas de carbono azul dentro de los sitios marinos son reservorios importantes de diversidad genética para la rehabilitación de sitios adyacentes degradados por actividades humanas o eventos extremos. Por ejemplo, los pastos marinos del Mar de Wadden están proporcionando recursos genéticos vitales para la recuperación de pastos marinos en aguas adyacentes, donde se han perdido debido a la mala calidad del agua.

Fuente: un.org

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